domingo, 14 de junio de 2020


Cuenta la anécdota, que una madre llevó a su hijo de seis años a casa de Mahatma Gandhi.

Ella le suplicó: – Se lo ruego, Mahatma, dígale a mi hijo que no coma más azúcar.
– Ella temía que pudiera enfermar si no ponía remedio pronto a su adicción. – A mí ya no me hace caso y sufro por él.

Gandhi reflexionó y dijo: – Lo siento señora.
– Ahora no puedo hacerlo.
– Traiga a su hijo dentro de quince días.

Sorprendida y un poco decepcionada la mujer le dio las gracias y le prometió que haría lo que le había pedido. Quince días después, volvió con su hijo. Ghandi miró al muchacho a los ojos y con seguridad pero benevolencia a la vez y le dijo: – Chico, deje de comer azúcar.

Agradecida, pero extrañada, la madre preguntó: – ¿Por qué me pidió que lo trajera dos semanas después?
– Podía haberle dicho lo mismo la primera vez que vino.

Gandhi respondió: – Hace quince días, yo comía azúcar.

Te invito a que dediques unos minutos a reflexionar sobre está historia que nos deja Gandhi y te propongas tomar acción si hay algo que quieres que los demás hagan y de lo cual no estás dando ejemplo.
El primer paso es ser honestos con nosotros mismos y preguntarnos si lo que estamos pidiendo a nuestros socios, clientes, empleados, amigos, familiares, etc. lo estamos haciendo nosotros mismos. .

@francopernacoach

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